
Te presentamos la biografía de Ulises Heureaux un infame dictador quien forma parte clave en la historia de República Dominicana. Han habido muchos gobernantes en la historia, algunos buenos y otros malos, algunos justos y otros hambrientos de poder.
Sin embargo, cada uno de ellos ha contribuido de una u otra forma a la historia, como lo es el caso del dictador Ulises Heureaux, cuya vida vamos a relatar hoy. Para tomar repaso de los acontecimientos que ocurrieron durante su mandato y las consecuencias que tuvo el mismo.
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Primeros años
Ulises Heureaux (cariñosamente apodado “Lilís”) nació el 21 de octubre de 1845 en San Felipe de Puerto Plata, como hijo de Josefa Lebert, oriunda de las Islas Vírgenes, y José Alejandro D’Assás Heureaux Fortune, nacido en la colonia francesa y capitán de navío de la Marina Francesa.
Ulises fue abandonado por su padre y sus primeros años se desenvolvieron bajo la totalidad del cuidado materno proporcionado por Josefa. Tristemente, su madre, viéndose a sí misma miembro de una familia muy pobre, no pudo hacer grandes cosas durante los primeros años de la vida de Ulises.

Por otro lado, un amigo de la familia se encargó de brindarle los primeros conocimientos de letras y matemáticas. Se hizo destacar muy notablemente por el hecho de que, incluso siendo muy pequeño, llegó a hablar y escribir fluidamente en francés e inglés, y a dominar el creole haitiano.
Años después, una vez ya crecido, se incorporó finalmente en la milicia y probó su valentía en los campos de batalla, ascendiendo de rango rápidamente por sus habilidades para el combate.
Inicio militar
Cuando República Dominicana fue anexada a España en 1861, Ulises se integró con entusiasmo al movimiento que muchos dominicanos iniciaron: una revolución con la intención de restaurar la independencia perdida. Durante este tiempo, entró al servicio del general Gregorio Luperón, y se desempeñó con tanta brillantez que se convirtió en el principal lugarteniente del general.
Cuando tuvo la oportunidad de combatir en el Sur, usó esta oportunidad para demostrar todo su valor y capacidades de guerrero y luchó allí por varios meses. De esta manera, logró conocer más a fondo la región y sus hombres y, ya para el terminar la campaña, inmediatamente había obtenido el rango de general.
Ascenso al poder
Ya obtenida la restauración de la República, Ulises siguió secundando al General Luperón, trabajando junto a él para derrocar a Buenaventura Báez, quien había obtenido el poder pero cuya forma de gobernar no agradaba en lo absoluto a Luperón, a quien Ulises profesaba lealtad infinita.
Más tarde, al surgir el Partido Azul y ascender a la presidencia Ulises Francisco Espaillat, el mismo Ulises Heureaux, que se había convertido en uno de los líderes de ese partido, fue nombrado Ministro de Guerra y Marina. Tiempo después, el mismísimo Luperón alcanzó la presidencia en el año 1879, pero escogió permanecer en su tierra natal, estableciéndose como un próspero mercader de tabaco, y delegando a Heureaux la autoridad en Santo Domingo.
El padre católico Fernando Arturo de Meriño asumió la presidencia en septiembre de 1880, siendo así Heureaux nombrado Ministro de Interior y Policía.
Primera Presidencia y comienzo de la dictadur

Al término de dos años, Meriño le pasó las riendas del gobierno a Heureaux, quien mantuvo un gobierno democrático durante el período constitucional del 1 de septiembre de 1882 hasta el 1 de septiembre de 1884. Bajo su primer gobierno se fomentó la política de inmigración extranjera a territorio dominicano, y se trasladaron al país los restos de Duarte desde Venezuela; se aumentaron los ingresos fiscales y se reforzó la profesionalización de los militares con el fin de que brindaran mejor servicio al Estado.
Las administraciones de Luperón y Meriño propiciaron una relativa estabilidad política al país, situación que se mantuvo en el primer periodo de Heureaux, donde solo se verificó un levantamiento de relevancia.
Para el año 1884, con el partido azul como entidad política dominante, no había ni un potencial sucesor entre los distintos directores locales que constituían el grupo de líderes de la república, así que dichos líderes debían de escogerse de otra manera. Gregorio Luperón que seguía siendo el líder del «Partido Azul» y decidió entonces apoyar al General Segundo Imbert para el momento de las consiguientes elecciones que desempeñarían dicha tarea, mientras que Ulises optó por apoyar la candidatura del General Francisco Gregorio Billini. Ulises, entonces, prometió a Luperón que se pondría de lado de Imbert en caso de que el mismo ganara las elecciones, pero cometió un descarado fraude al llenar de votos las urnas de precintos clave y asegurando de esa forma la elección de Billini.
Después de ser electo el 1 de septiembre de 1884, Billini se resistió a los esfuerzos de Ulises para manipularlo, a lo que éste último respondió esparciendo rumores de que Billini decretaría una absolución política con el fin de poder conspirar con el expresidente Cesáreo Guillermo en contra del liderazgo de Luperón en los Azules. Esto trajo como consecuencia una crisis gubernamental que forzó a Billini a renunciar el 16 de mayo de 1885.
Billini fue reemplazado por el vice presidente Alejandro Woss y Gil, y Ulises asumió un rol más activo bajo el nuevo gobierno debido al gran número de seguidores que ocuparon puestos en la administración pública. Ulises asumió el control de la armada para enfrentar la rebelión liderada por Guillermo, quien se suicidó antes de ser capturado, hecho que ayudó a mejorar las relaciones entre Ulises y Luperón, enemigos de por vida de Guillermo.
Segunda presidencia
Luperón, en consecuencia de la muerte de Guillermo, apoyó a Ulises en las elecciones presidenciales del año 1886.
El nuevo fraude electoral que cometió, por segunda vez, llevó a los seguidores de su oponente, Casimiro de Moya, a una rebelión armada en el Valle del Cibao, pero Ulises, apoyado por Luperón, eliminó brutalmente el levantamiento, poniendo fin al sentir de descontento que había envuelto a la sociedad dominicana.

Habiendo obtenido el poder nuevamente, Ulises luchó y esbozó un plan para mantenerlo en sus manos por el resto de su vida, cosa que logró con éxito, y de sobras. Su tiempo en el poder abarcó los períodos 1887-89, 1889-93, 1893-97 y 1897-99.
En 1888, apenas un año después de su reciente ascenso al poder, exilió descarada y cruelmente a su mentor Gregorio Luperón, y al año siguiente forzó al Congreso a pasar una reforma constitucional, aboliendo el impedimento a la re-elección presidencial y eliminando el sistema de votación por voto directo. Además, forzó que el Congreso se convirtiera en Convención Nacional a fin de modificar la Constitución para extender a cuatro años el período presidencial de dos y lograr que las elecciones se celebraran de acuerdo con la vieja forma indirecta de los colegios electorales, en vez de la del favor universal.
Ante esta subida poder y ansía de más, el Congreso no solo lo complació, sino que además le otorgó el inmerecido título de “Pacificador de la Patria”. Ulises, por su parte, para expandir su base de poder e influencia, incorporó en su gobierno a miembros del partido político rival: los Rojos.
También desarrolló una amplia red de espías, informantes y policías secretos con el fin de prevenir rebeliones, asesinar o forzar el exilio de políticos negados a cooperar con su gobierno; llenó las cárceles de presos políticos, amordazó a la prensa y controló el Congreso. Él y sus seguidores se enriquecieron a través de grandes inversiones privadas en la poderosa economía de exportaciones, pero el punto era que, en palabras de la época, “la separación entre los bienes privados del presidente y las finanzas del Estado era vaga, fluida y casi inexistente.”
El endeudamiento externo
Durante los últimos 20 años del siglo XIX, el azúcar sobrepasó al tabaco como principal producto de exportación del país, como resultado del ingreso de plantadores de azúcar de origen cubano. Ulises mismo regaló grandes terrenos en los valles de la costa sureste, donde se construyeron las primeras intuiciones azucareros mecanizados del país.
Su dictadura se embarcó en varios proyectos ambiciosos de modernización del país, incluyendo la electrificación de la ciudad de Santo Domingo, la construcción de un puente sobre el río Ozama y el comienzo del servicio interno de ferrocarril de una sola vía conectando las ciudades de Santiago y Puerto Plata.
Encarcelamiento y fusilamiento de Marchena
El general Generoso de Marchena Peláez fue introducido en una celda solitaria en la Torre del Homenaje y sólo era sacado encadenado de la misma cuando el dictador de Ulises Heureaux realizaba alguno de sus caprichosos viajes en uno de sus barcos. Ulises tuvo el cuidado de posponer durante más de un año el fusilamiento de su antiguo colaborador hasta producirse la eliminación del general Joaquín Campos, delegado del Gobernador de Azua.
Campos fue asesinado de un balazo al caer en una emboscada hecha por enemigos del gobierno que iniciaron una rebelión denominada «Rebelión de los Azuanos», con el propósito de derrotar a Ulises. Sin embargo, el dictador logró sofocar la rebelión y aprovechar la ocasión para fusilar a Marchena en las Clavellinas de Azua, el 22 de diciembre de 1893, junto a otros seguidores suyos.
Invasión en contra de Ulises Heureaux

La situación siguió difícil para el dictador en el plano político y militar al sufrir un duro revés con la huida de su Ministro de Relaciones Exteriores, Ignacio María González Santín, quien también estaba implicado en la «rebelión de los azuanos».
González huyó hacia Puerto Rico, y desde allí lanzó un manifiesto revelando las negociaciones secretas de “Lilís” para arrendar Samaná a los norteamericanos. El ex –ministro, quien alegó que desconocía esas negociaciones hasta que decidió abandonar el país, viajó entonces a Puerto Príncipe donde concertó una alianza con Luperón y Moya para planear una invasión a finales de marzo de 1894 con el total apoyo del presidente haitiano Hippolite, quien derrocó al Gral. Legitime, con el apoyo del gobierno norteamericano.
Ulises, al tener conocimiento de la invasión procedió a intimidar nuevamente al mandatario haitiano comunicándole que de seguir apoyándola entonces entregaría armas a sus adversarios en el exilio para que fuesen a derrocarlo.
Ulises conocía de antes Hippolite, por lo que sabía que su intimidación lograría su propósito y que éste procedería a retirar su apoyo a los revolucionarios, por lo que asumió el mando de su tropa para enfrentar a los invasores. Tuvo razón en esta, pues Hippolite, en efecto, se acobardó ante las amenazas de Ulises y traicionó a los patriotas. Pero éstos todavía contaban con el prestigio de Luperón y el apoyo de los generales Casimiro Nemesio de Moya, González y Villanueva.
Los revolucionarios cruzaron la frontera el 25 de marzo de 1894, luego de recibir armas y municiones en Cabo Haitiano, pero fueron fácilmente vencidos por Heureaux. Este evento fue denominado por el pueblo dominicano como “La Revolución de los Bimbines», una forma de burlarse del nuevo fracaso de revolución contra el dictador, pues el nombre tiene en sí el calificativo que hace referencia al hecho de que los expedicionarios estaban dirigidos por hombres que esta vez se comportaron como niños.
Heureaux se encargó entonces de chantajear al presidente haitiano y lo obligó a entregarle determinada cantidad de dinero, basado en el tratado de 1874. Con esos recursos pagó a Francia, en 1895, las compensaciones que ese país exigió luego de éste haber violado las Cajas del Banco Nacional de Santo Domingo en repuestas a las medidas que Marchena adoptó en su contra tres años antes.
La agudización de la crisis económica, provocada en gran medida por el extraordinario gasto militar en que incurría el propio Heureaux para poder sostenerse, lo obligó a buscar recursos en el extranjero sin tener en cuenta las consecuencias. La alianza que concertó con los directivos de la Improvement fue una demostración de ello, ya que aceptó que éstos fundaran dos compañías subsidiarias, «The San Domingo Finance Company» y «San Domingo Railways Company», cuyos únicos objetivos fueron entregarle dinero al gobierno a cambio de grandes comisiones para los directivos de Improvement y para el propio Heureaux.
Como la política de endeudamiento externo hacia posible el mantenimiento de su maquinaria política y su enriquecimiento personal, Heureaux seguía endeudándose mediante préstamos secretos con la “San Domingo Improvement Co.”, con productores azucareros y comerciantes locales.
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En 1897, con el país al borde de la bancarrota, Heureaux decide imprimir el equivalente de cinco millones de dólares en papel moneda carente de respaldo, las que fueron conocidas como las «papeletas de Lilís». Esta impresión de dinero sin respaldo provocó la quiebra de muchos comerciantes locales y contribuyó a fomentar el descontento de los comerciantes y plantadores de tabaco del Cibao, lo que desembocó en el ajusticiamiento de Heureaux en Moca, el 26 de julio de 1899. Al momento de su muerte, la deuda nacional era de 35 millones de dólares, suma quince veces mayor al presupuesto nacional.
Conclusion
La biografía de Ulises Heureaux es un recordatorio para todos sobre el daño que causa el hambre de poder y la avaricia sobre bienes y posesiones sin importan el precio. República Dominicana debió ser fuerte y luchar para superar la crisis dejada por Heureaux.