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La Biografía de Octavio Paz Poeta y Ensayista Mexicano

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Así comenzamos la biografía de Octavio Paz, pero primero queremos resaltar uno de sus pensamientos mas representativo:

“Nuestro culto a la muerte es culto a la vida, del mismo modo que el amor que es hambre de vida es anhelo de muerte”

Contents

Introducción

La historia mexicana está llena de grandes personajes, especialmente en el ámbito artístico, quiénes también han tenido alta participación en la historia política del país, así como Octavio Paz cuya vida se vio influenciada por muchos frentes, tanto en lo literario como en lo político.

Primeros años

Nació el 31 de marzo de 1914 en Ciudad de México, durante la Revolución mexicana. Apenas unos meses después, su madre lo llevó a vivir a la casa de su abuelo paterno, Ireneo Paz, en el poblado de Mixcoac, al unirse su padre, Octavio Paz Solórzano al movimiento zapatista junto con Antonio Díaz Soto y Gama.

Octavio Solórzano trabajó como escribano y abogado para Emiliano Zapata, pero tristemente no estuvo muy involucrado en la vida de su hijo debido a sus actividades en la reforma agraria que siguió a la Revolución. Posteriormente también fue diputado y colaboró activamente en el movimiento vasconcelista.

Afortunadamente a su hijo Octavio Paz no le faltaron cuidados ni amor pues durante su infancia lo cuidaron su madre Josefina Lozano, su tía Amalia Paz Solórzano y su abuelo paterno, un soldado retirado de las fuerzas de Porfirio Díaz, además de ser un intelectual liberal y novelista.

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Vida de estudiante

La educación de Octavio Paz se inició en los Estados Unidos, en donde su padre Paz Solórzano, llegó en octubre de 1916 como representante de Zapata.

Duró en Estados Unidos dos años, durante los cuales tuvo que enfrentar y sobreponerse a muchas cosas, entre ellas a su dificulta para comunicarse pues no hablaba ni una sola palabra del idioma inglés, lo que le impedía relacionarse o tan solo comunicarse con sus compañeros.

En 1929 José Vasconcelos se lanza a la gran aventura de buscar la presidencia, apoyado por aspiraciones legítimas de un sector social identificado con la autonomía universitaria. Impetuoso por la huelga estudiantil, Octavio Paz, pese a no haber participado en el movimiento vasconcelista, cumplió con el ideal que lo guiaba, se vio envuelto “en la gran fe vasconcelista”.

Octavio Paz se conectó al anarquismo sostenido por José Bosch, un joven catalán a quien conoció entonces y que lo embutió al “pensamiento libertario”. Momento también de elecciones, Paz se enfrentaría a la que sería la disyuntiva de su generación: política o violencia, “de ahí la predisposición de algunos a las soluciones extremas: las tendencias al fascismo o al marxismo. Yo me identifiqué con la gente de izquierda”.

Asumiendo esta elección, y siendo constante con ella, fue así como a los quince años Octavio Paz se conviertió en activista de la fugaz Unión de Estudiantes Pro Obreros y Campesinos, y se inicia en la lectura de Kropotkin, Eliseo Réclus, José Ferrer y Proudhon, antecedentes con los que ingresa a la Escuela Nacional Preparatoria de San Ildefonso, donde habría de encontrar a un viejo conocido de su padre, Antonio Díaz Soto y Gamaliel Santana Banda quien, como profesor y amigo, le haría compartir la idea de que el movimiento zapatista encarnaba el verdadero espíritu de la Revolución.

Primeras experiencias literarias

Quedando hipnotizado por la lectura de The Waste Land de T. S. Eliot, aunque mantuvo en sus actividades una primordial inclinación hacia la poesía, atendía desde la prosa un panorama inevitable: «Literalmente, esta práctica dual fue para mí un juego de reflejos entre poesía y prosa».

Posteriormente adoptó un lenguaje que recordaba al estilo religioso y que era, al mismo tiempo, marxista, con el que encontró el verdadero valor del arte en su intención.

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Datos importantes en la vida de Octavio Paz

La revista Barandal apareció en agosto de 1931, dirigida por Rafael López Malo, Salvador Toscano, Arnulfo Martínez Lavalle y Octavio Paz, todos jóvenes aventajados, excepto por Salvador Toscano, por cierta distinción literaria debida a la fama de sus padres. A Octavio Paz Solórzano se le reconocía en este círculo como el autor ocasional de narraciones literarias aparecidas en el suplemento dominical del periódico El Universal, además de que Ireneo Paz era el nombre que le daba ya identidad a una calle de Mixcoac.

Se desataron entonces reuniones y confrontaciones reales entre representantes de la generación del Ateneo y de los Siete Sabios, sobre las ruinas de un positivismo sobreviviente en crónicas periodísticas, donde se lidiaban las contingencias del materialismo histórico, el realismo socialista crecía como la única doctrina viable, a la que debían apegarse todos, o casi todos, los que coincidieran con las ofertas del comunismo. Octavio Paz, cercano a estas ideas, fundó, después de la desaparición de la revista Barandal, y ya estando inscrito en la Escuela de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), unos Cuadernos del Valle de México que sólo lograrían aparecer por dos números, pero que sirvió para, además de publicar algunos poemas, constatar que el grupo original no tendría la solidez para la continuación de una empresa en común.

En 1933, Octavio Paz publicó el poemario Luna Silvestre, editado por Miguel N. Lira, que revelaba ya cierta asimilación de temas románticos.

En ese momento, sujeto a una escritura intimista, Paz tuvo oportunidad de mostrar sus poemas a Rafael Alberti, quien le señaló una contradicción entre su ideal revolucionario de la poesía y de la política. Llegado a México en 1934, Rafael Alberti representaba la personificación del poeta de los nuevos tiempos, el arribo de un lenguaje socialista adecuado con la poesía: su presencia fue un suceso que hechizó sobre todo a los más jóvenes, teniendo en ellos a sus mejores lectores.

Octavio Paz, encerrado en sí mismo, comenzó a modificar sus expresiones románticas, de manera que la calidad de las mismas empezó a cobrar verdadero sentido y comenzó a realizar una lectura más atenta de San Juan de la Cruz, de Novalis, de Rilke y de D. H. Lawrence, en quienes encuentra el mismo interés por tender puentes entre la vida y la poesía, entre la realidad y el mito.

A fines de 1936, Octavio Paz escribió la primera versión del libro de poemas Raíz del Hombre, que fue publicada en enero del siguiente año. El libro fue recibido con dos reseñas: una de Jorge Cuesta, apreciativa y perspicaz, y la otra de Bernardo Ortiz de Montellano, cruel e inquieta; ambas, publicadas en el número dos de la revista Letras de México, reflejando la visión de un grupo moldeado en los asaltos y la desunión.

Encogiéndose ante su propia ansiedad, Octavio Paz concibió que sólo mediante la renuncia podría triunfar. Renuncia a los estudios de Derecho, renuncia a la familia, renuncia a la ciudad: en un intento de restauración de la coherencia entre la política y la poética, congruencia vista, pero no sentida. Partió entonces en 1937 hacia Mérida (Yucatán), por un periodo de cuatro meses en los que, junto con Octavio Novaro y Ricardo Cortés Tamayo, participa en la fundación de una escuela secundaria para hijos de trabajadores, en los que escribe para El Diario del Sureste -mismo periódico en el que un año antes colaborara Efraín Huerta-, en los que ayuda a organizar un Comité Pro-Democracia Española, en los que escribe el poema “Entre la piedra y la flor”.

En junio de ese mismo año, las actividades de Octavio Paz en Yucatán se vieron de pronto interrumpidas por una “carta de invitación al Congreso”. Se trataba del II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura que había de celebrarse del 4 al 17 de julio de 1937 en Madrid, Barcelona y Valencia, ciudad esta última donde se encontraba la sede del gobierno republicano presidido por Juan Negrín.

Junto con Carlos Pellicer, Octavio Paz llegó a París el 1 de julio de 1937. De París fueron a Barcelona y de ahí a Valencia, donde sería la inauguración.

Su padre se retiró de la política en 1928, y murió el 10 de marzo de 1935, en la colonia Santa Marta Acatitla, al ser arrollado por un tren, en un accidente ocasionado por su embriaguez. Después de la muerte de su padre, Paz se trasladó a España para combatir en el bando republicano en la guerra civil, y participó en la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Al regresar a México fue uno de los fundadores de Taller y El Hijo Pródigo.

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Poemas y ensayos de Octavio Paz

Paz fue invitado a España durante la guerra civil como miembro de la encomienda mexicana al Congreso Antifascista, donde expuso su solidaridad con los republicanos, y donde conoció y trató a los poetas de la revista Hora de España, cuya ideología política y literaria influyó en su obra juvenil. Sin embargo, como confesó años después en la serie televisiva Conversaciones con Octavio Paz, ese sentimiento de solidaridad con la causa republicana se vio afectado por la represión contra los militantes del Partido Obrero de Unificación Marxista de Cataluña entre quienes tenía camaradas. Este prolongado proceso de desilusión lo llevaría a denunciar los campos de concentración soviéticos y los crímenes de Stalin en marzo de 1951.

A su regreso de España, participó en 1938 como cofundador en la revista literaria Taller, en la que escribió hasta 1941. Dos años después recibió la Beca Guggenheim e inició sus estudios en la Universidad de California, Berkeley en los Estados Unidos. En 1943 empezó a funcionar como embajador mexicano, y fue consignado a Francia donde perduró hasta 1951 y donde conoció a los surrealistas, que fueron de influencia para él, y colaboró en la revista Esprit. Durante esa estancia, en 1950, publicó El laberinto de la soledad, un innovador ensayo antropológico sobre los pensamientos y la identidad mexicanos.

De enero a marzo de 1952 trabaja en la embajada mexicana en la India y después, hasta enero de 1953, en Japón. Regresa a la Ciudad de México a dirigir la oficina de Organismos Internacionales de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

En 1955 contribuyó en la Revista Mexicana de Literatura y en El Corno Emplumado. En 1956, participó en Poesía en voz alta.

En 1959 regresó a París y tres años más tarde fue designado embajador en la India. En 1964 conocería a la francesa Marie-José Tramini, que se convertiría en su última esposa.

En 1968, estaba en Nueva Delhi cuando tuvo lugar la masacre de Tlatelolco como parte del Movimiento de 1968 en México el 2 de octubre. En forma de reprobación contra estos atroces acontecimientos, que oscurecieron la conmemoración de los Juegos Olímpicos, desertó a su cargo de embajador, dejando evidentes sus diferencias con el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Fue el único que se atrevió a hacerlo.

Después de esto, trabajó los próximos años enseñando en diversas universidades estadounidenses, como las de Texas, Austin, Pittsburgh, Pensilvania, Harvard.

A diferencia de otros escritores e intelectuales mexicanos, Paz no tardó en retirarle su apoyo al presidente Luis Echeverría, una vez que éste demostró su escasa voluntad de aclarar las matanzas de Tlatelolco, en 1968, y en San Cosme, el llamado Jueves de Corpus, en 1971, en donde hubo una represión brutal contra una protesta estudiantil.

Tanto en esa revista como en Vuelta —fundada ese mismo año de 1976 y donde “la influencia del liberalismo sería fundamental”, reflejando la “reconciliación” del escritor con esta corriente de pensamiento—Paz denunció las violaciones a los derechos humanos de los regímenes comunistas. Esto le trajo mucha animosidad de parte de la izquierda latinoamericana y algunos estudiantes universitarios.

Muchos han sido los escritores que han dejado su huella en la historia, y así como rendimos homenaje a Octavio Paz te invitamos a leer las biografías de otros personajes extraordinarios:

Muerte

Para finalizar la biografía de Octavio Paz, solo nos falta decir que el 19 de abril de 1998 Octavio Paz murió en la Casa de Alvarado, Calle de Francisco Sosa, barrio de Santa Catarina, Coyoacán, Ciudad de México a causa de Cáncer. El escritor había sido trasladado por la presidencia de la República en enero de 1997, ya enfermo, luego de que un incendio destruyó su departamento y parte de su biblioteca en diciembre de 1996. Durante un tiempo, la Casa Alvarado fue sede de la Fundación Octavio Paz y ahora lo es de la Fonoteca Nacional.