
Damos inicio a la biografía de Hernán Cortés, que con sus expediciones y estrategias militares, logró conquistar una de las más famosas y poderosas tierras de toda América Latina, cuyaconquista fue uno de los acontecimientos que dieron paso a la historia tal y como la conocemos hoy y hubo muchos personajes involucrados en el proceso.
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Primeros años
Hernán Cortés nació en Medellín, Corona de Castilla, alrededor del año 1485; bajo el nombre de Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano. Fue el hijo único de un hidalgo extremeño, (es decir, un noble del sur de la Península Ibérica) llamado Martín Cortés, y de la esposa de éste, Catalina Pizarro y Altamirano. Hernán también era pariente lejano de Francisco Pizarro, quien posteriormente conquistó el Imperio inca.
Como era costumbre entre los otros hidalgos, su padre lo envió a los catorce años a estudiar leyes en Salamanca, pero Hernán duró apenas dos años en esta ciudad antes de abandonarla para dedicarse a su pasión por las aventuras. Pese a haber abandonado la ciudad después de tan poco tiempo, los rumores populares insisten en que Hernán, de hecho, curó leyes en la Universidad de Salamanca; estos rumores vienen más que todo de los estudios iniciales que recibió en sus dos años de aprendizaje y los conocimientos hábiles de la ley que obtuvo en su amaestramiento con un notario en Valladolid.
Tras varios intentos fallidos, por una parte, de embarcar para las Indias, y, por otra, de participar en las campañas de Gonzalo Fernández de Córdoba en Italia, finalmente, en la primavera de 1504, Hernán zarpó hacia la isla de La Española, donde se instaló como plantador y funcionario colonial. Sin embargo, debió de regresar a España, pues el 29 de agosto de 1506 su padre abonó el importe de su pasaje a Santo Domingo en la nao San Juan Bautista, propiedad de Luis Fernández Alfaro.
Carrera Militar
En el año 1511, Hernán participó en la excursión de conquista de Cuba dirigida por el gobernador Diego de Velázquez, de quien recibió tierras y esclavos en la isla. Llegó a ser nombrado alcalde de Santiago de Cuba, aunque fue después encarcelado por el gobernador bajo la acusación de conspirar en su contra. Fue liberado tiempo de después, y al momento de adquirir dicha libertad, se casó con la cuñada del propio Diego Velázquez: Catalina Juárez.

Años después, a finales de 1518 Velázquez le cedió a Hernán el mando de la tercera expedición, tras las de Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva, para continuar sus descubrimientos en la costa de Yucatán, pero Diego de Velázquez pronto perdió su confianza en el propio Hernán; este último, sin embargo, continuó con los preparativos de la expedición. Logró reclutar a más de 600 hombres en muy poco tiempo debido a su gran elocuencia, dotes de persuasión y sugestión.
Adelantándose a que le finalizase Diego Velázquez, la armada de Hernán partió el rumbo precipitosamente desde el puerto de Santiago de Cuba el 18 de noviembre de ese mismo año, hasta que finalmente, el 10 de febrero de 1519, la flota abandonó las costas de Cuba.
La armada en sí consistía en 11 naves, con 518 infantes, 16 jinetes, 13 arcabuceros, 32 ballesteros, 110 marineros y unos 200 indios y negros como auxiliares de tropa. Llevaban 32 caballos, 10 cañones de bronce y cuatro falconetes. Por capitanes iban Alonso Hernández Portocarrero, Alonso Dávila, Diego de Ordás, Francisco de Montejo, Francisco de Morla, Francisco de Saucedo, Juan de Escalante, Juan Velázquez de León, Cristóbal de Olid, Gonzalo de Sandoval y Pedro de Alvarado. Muchos de estos eran veteranos de la guerra de Italia. Por piloto principal iba Antón de Alaminos con experiencia en las dos expediciones anteriores de Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva.
Primeros contactos con los pobladores
El primer contacto con las civilizaciones mesoamericanas lo tuvo en la isla de Cozumel, un importante puerto armador y centro religioso maya que formaba parte de la jurisdicción de Ecab, y donde se encontraba el santuario dedicado a Ixchel, diosa de la fertilidad.
Los españoles arribaron durante el Período Posclásico de la Cultura maya poco después de la caída de Mayapán en el año 1480, que llevó a la fragmentación de la península de Yucatán en 16 pequeños estados, quienes estaban en constante conflicto entre sí. Inmediatamente después de la expedición llegar y presentarse al batab (gobernante local de la ciudad) Hernán le pidió que abandonaran su religión y acogieran el cristianismo ordenando a sus hombres a devastar los ídolos religiosos mayas y poner cruces e imágenes de la Virgen María en el templo.
Hernán Cortés manejaba como intérprete a un joven maya tomado prisionero en la Isla Mujeres; cuyo nombre verdadero se desconoce, pero al que los españoles apodaban «Melchorejo». A través de él tuvo noticias de la existencia de unos hombres barbudos en poder de un cacicazgo maya cercano y envió emisarios a rescatarlos. En 1519 encontraron a Gerónimo de Aguilar superviviente del naufragio del buque Santa María de la Barca. Aguilar entonces, se dirigió a buscar a otro sobreviviente, Gonzalo Guerrero, quien vivía en Chetumal y donde había logrado escapar de la esclavitud ganándose la confianza del cacique Nachán Can, para volverse él mismo un nacom o jefe militar maya y casarse con la princesa maya Zazil Há, con la que había tenido varios hijos, que hoy son considerados los primeros mexicanos modernos. Aguilar decidió volver con Cortés convirtiéndose en uno de sus intérpretes de mayense, pero Guerrero decidió quedarse con los mayas y murió hacia 1536. Algunos historiadores creen que peleó contra los conquistadores españoles.
La batalla de Centla y la toma de Potonchan
La expedición de Hernán siguió rodeando la ribera tutelada por el piloto Antón de Alaminos hasta llegar el 14 de marzo de 1519 a la desembocadura del río Tabasco, en las afueras de la ciudad de Potonchán, que era propiedad de los putunes o grupo maya-chontal y gobernada por el “halach uinik” Taabscoob. Allí se produjo la crucial Batalla de Centla.

Las autoridades de Potonchan ordenaron llevarles agua y comida a los españoles en un intento de se fueran de buena fe, pero Hernán mantuvo firme la idea de que no era suficiente e insistió en que dejaran entrar a sus tropas a la ciudad. Las tropas atacaron entonces la ciudad por dos flancos, produciéndose una sangrienta batalla que culminó en la derrota de Potonchán y la entrada de Hernán y sus hombres.
Luego de la derrota, los poderíos de Tabasco le concibieron a Hernán Cortés ofrendas de víveres, alhajas, hilados, y un grupo de veinte esclavas jóvenes, que fueron aceptadas, para ser bautizadas, sus nombres cambiados y posteriormente repartidas entre los hombres de la tropa. Entre estas esclavas había una llamada Malintzin, a la que los españoles renombraron Marina, conocida también como La Malinche, que sería crucial en la conquista de México.
La gran inteligencia de Marina, su dominio de las lenguas mayenses y náhuatl, su conocimiento de la psicología y costumbres de los indios, y su fidelidad hacia los españoles, la transformaron en una de las más sorprendentes y debatidas mujeres de la historia de América. Ella fue intérprete, consejera y concubina de Hernán Cortés, con el cual tendría un hijo llamado Martín Cortés.
Marina y Gerónimo de Aguilar suplieron a Melchorejo como intérpretes, debido a que este último había decidido boicotear a los españoles y estaba incitando a los indígenas a resistir la conquista.
Fundación de Santa María de la Victoria
Después de estos acontecimientos, Hernán Cortés se dirigió a una gran ceiba (considerado árbol sagrado por los mayas) y sacando su espada, dio unos golpes sobre el tronco y tomó posesión de esas tierras fundando el 25 de marzo de 1519 la villa de Santa María de la Victoria, que sería la primera población española en la Nueva España y una de las primeras en América. Inmediatamente el clérigo fray Bartolomé de Olmedo y su capellán Juan Díaz oficiaron la primera misa cristiana en tierra firme de la Nueva España y una de las primeras del Continente.
Los españoles permanecieron ahí, hasta el 12 de abril cuando Hernán se embarcó rumbo a Culúa y Tenochtitlan, dejando en la villa a un puñado de soldados, encargados de pacificar la región.
Fundación de Veracruz y alianza militar con Cempoala
En Tabasco, los españoles supieron de la existencia de un país hacia poniente que los amerindios denominaban “México”. La escuadra fue, rodeando la litoral mexicana, en trayectoria hacia el noroeste, y un día se presentaron varias canoas mexicas que venían de parte de Moctezuma, el “tlatoani” o emperador del Imperio mexica. Hernán les enseñó sus armas de fuego y sus caballos; en parte para atemorizarlos, en parte para ser amable con ellos y hablarles de paz.
Hernán situó su cuartel delante de la ciudad de Quiahuiztlán habitada ancestralmente por los totonacas, y poco después lo convirtió en ciudad, con el nombre de Villa Rica de la Vera Cruz (ubicada 70 km al norte de la actual Veracruz), por haber desembarcado los españoles en aquel paraje un viernes Santo.
Los nuevos pobladores imploraron a Hernán que se pregonase capitán general, obedeciendo directamente al rey y no a Velázquez, a quien no se le registraba señorío sobre aquellas nuevas tierras. Posteriormente y después de negarse varias veces, Hernán acabó aceptándolo. Designó alcalde, concejales, polizontes, administrador y lugarteniente, ejecutando así la desunión de la jurisdicción del gobernador de Cuba sobre la expedición. Este acto es considerado como la fundación de una de las primeras ciudades europeas en América continental.
Matanza de Cholula
El 16 de agosto de 1519, Hernán abandonó la ribera y comenzó su partida hacia el interior, rumbo hacia al centro del Imperio mexica, con un ejército de 1300 guerreros totonacas, 200 indios de carga, 6 cañones, 400 infantes españoles y 15 de caballería. A finales del mes de agosto su llegó al territorio de la Confederación o República de Tlaxcala, integrada por cuatro señoríos autónomos: Tepeticpac, Ocotelulco, Tizatlán y Quiahuiztlán.
Llegó pues Hernán al territorio de Tlaxcala, al mando de su ejército totonaca-español. Inicialmente la República de Tlaxcala, al mando de Xicohténcatl Axayacatzin, negó a los invasores el paso por su territorio, enfrentándose el 2 de septiembre en el desfiladero de Tecoantzinco donde el más afortunado fue Hernán. Al día siguiente se produjo un nuevo enfrentamiento en los llanos, que volvió a ser desfavorable para Tlaxcala llevando a la división de la República, con la deserción de las tropas de Ocotelulco y Tepeticpac, al percatarse de que no podían prevalecer ante los 400 soldados españoles y sus aliados indígenas. Superadas en táctica y disciplina de guerra –varios de los soldados españoles e incluso de sus capitanes eran tercios y veteranos de Italia, lo mejor de Europa en ese entonces–, las tropas de Xicohténcatl volvieron a ser derrotadas y el Senado ordenó detener la guerra y ofrecer la paz a los españoles.
Tenochtitlan
En su marcha hacia México-Tenochtitlan, el ejército de Hernán Cortés y unos 3000 tlaxcaltecas de apoyo para el mismo, avistaron los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
A la entrada de la ciudad, realizada el 8 de noviembre de 1519, se produjo el encuentro de Moctezuma y Cortés, haciendo de intérprete Doña Marina. Moctezuma II creyó que los españoles eran enviados del dios Quetzalcóatlo, y fue un espléndido anfitrión para con estos, obsequiándole entre otras cosas, el Tocado del dios, mejor conocido como Penacho de Moctezuma y el cual, fue enviado junto con otros presentes a la Corte Imperial.

Mientras los españoles se quedaban en Tenochtitlan, Moctezuma los hospedó en el templo de su antecesor Axayácatl, pudiendo entonces admirar la grandiosidad de aquella ciudad. En los días siguientes, los españoles visitaron los palacios y templos de la gran capital mexica, así como el gran cú (templo) de la ciudad gemela del imperio, Tlatelolco, y su mercado: una plaza de más del doble de grande que la Plaza Mayor de Salamanca (tenida entonces por la más grande de la cristiandad).
Habitando los españoles en el palacio, se les ocurrió que ya era hora de tener capilla propia y, puesto que Moctezuma se había negado a que la erigieran en el templo de Huitzilopochtli, resolvieron levantarla en su alojamiento, previo permiso del emperador.
Buscaban los capitanes el mejor sitio para emplazarla cuando un soldado, que era carpintero, notó en una pared la existencia de una puerta tapiada y encalada de pocos días. Recordaron entonces que se susurraba que en aquellos aposentos tenía depositados Moctezuma los tesoros que había ido reuniendo su padre Axayácatl.
Allí entraron Cortés y algunos capitanes y tras la vista de un enorme tesoro ordenó que se volviera a tapiar. Debido a advertencias previas de los tlaxcaltecas, les empezó a inquietar entonces la posibilidad de ser asesinados. Cuatro capitanes y doce soldados se presentaron a Cortés para hacerle presente la conveniencia de prender al emperador, manteniéndole como rehén, para que respondiera con su vida de la vida del ejército. No se tomó de momento ningún acuerdo, pero una noticia precipitó la resolución.
Una vez que Moctezuma cayó en la celada de los españoles, Cortés lo tuvo como rehén so pena de muerte inmediata. Apaciguó a su guardia diciendo que iba de propia voluntad, y tras ser trasladados con los españoles todos sus enseres siguió manifestando a todas sus visitas que estaba allí de propia voluntad.
Hernán Cortés exigió que los caciques autores de la agresión a Veracruz fueran castigados. Llevados a su presencia, confirmaron que obedecían órdenes de Moctezuma. Los capitanes mexicas fueron sentenciados a morir en la hoguera.
Consiguió también que Moctezuma se declarase vasallo de Carlos V. La casta sacerdotal y la nobleza conjuraron para liberar a su señor y aniquilar a los españoles.
Te invitamos a consultar la vida y trabajo de muchos otros personajes que aportaron su grano de arena en la construcción de la historia como la conocemos:
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Muerte
Para terminar la biografía de Hernán Cortés es preciso mencionar que en 1541, retornó a España, donde falleció seis años después, el viernes 2 de diciembre del año 1547, cuando pensaba volver a sus posesiones americanas. Su muerte se produjo en una casa-palacio en Castilleja de la Cuesta que pertenecía al jurado don Alonso Rodríguez, amigo de Hernán Cortés, en la que el conquistador residió hasta su fallecimiento. Recibió sepultura en el cercano monasterio de San Isidoro del Campo, en la cripta de la familia del duque de Medina Sidonia.