
La biografía de Antonio Nariño relata la historia de un político fuerte y brillante, un luchador a quien se le considera predecesor de la autonomía de las colonias americanas del Imperio Español. Su vida representa una historia de cambios, obstáculos y luchas para lograr sus objetivos, los cuales relataremos a lo largo de este artículo…
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Infancia y vida temprana
Nacido del matrimonio el 9 de abril de 1765, en Bogotá, Colombia, del matrimonio contraído por Vicente de Nariño y Vásquez con Catalina Álvarez del Casal, siendo el tercero de ocho hijos. Perteneció a influyentes familias virreinales de inmediato origen español. Por un tiempo fue becario real en el Colegio Mayor y Seminario de San Bartolomé.

Desde su infancia Nariño se aficionó a la lectura, inicialmente bajo la orientación de sus padres con el propósito de suplir la educación que no podía recibir en el colegio debido a sus problemas de salud. Su biblioteca llegó a contener más de 2 mil volúmenes y quedó tan fascinado por el movimiento europeo de la “Ilustración” que se convirtió en propagador de esas ideas, fundando un club en su casa que se llamó “El arcano sublime de la Filantropía”.
A sus 16 años de edad, Antonio ejerció como abanderado de un batallón de milicias creado para contener a los comuneros de 1781, tiempo durante el cual presenció el tormento y ejecución de José Antonio Galán.
Vida adulta e inicio en la política
Se casó en 1784 con Magdalena Ortega de Nariño con quien tuvo seis hijos: Gregorio, Francisco, Antonio, Vicente, Mercedes, e Isabel.
Años después, 15 de diciembre de 1793, realizó la traducción y publicación clandestina de la “Declaración de los Derechos del Hombre”, incendiario documento originado en Francia y cuya circulación había sido prohibida en las colonias españolas por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. Este acto lo llevó a prisión en Santafé y posteriormente al exilio como reo de alta traición.
En Cádiz, donde hacía escala de su viaje con rumbo al exilio africano, se dio a la fuga y permaneció por corto tiempo en Europa, antes de regresar en secreto a Santafé, en abril de 1797; una vez allí, y después de la insistencia de sus familiares por algunos meses, convino en entregarse voluntariamente al virrey Pedro Mendinueta, confiado en que pronto obtendría su libertad a cambio de la información que ofreció proporcionar, que hacía relación a la conspiración que él, con varios socorranos y antiguos miembros de la insurrección comunera, ocultos en la Provincia de Casanare, habían supuestamente coordinado, y cuyo objetivo era derrocar el régimen virreinal.

Trágicamente, en contra de lo que esperaba, se le mantuvo en prisión por varios años, hasta cuando finalmente el virrey accedió a mejorar sus condiciones, y permitió que se trasladara con su familia a una hacienda en inmediaciones de Santafé. Allá permaneció en reclusión domiciliaria hasta que en noviembre de 1809 fue nuevamente apresado bajo sospechas de hacer parte de una conspiración contra el gobierno. Remitido a Cartagena, salió libre en agosto de 1810 luego del levantamiento de Cartagena.
Ese mismo año estalló la rebelión independentista, Nariño no pudo participar, pero se unió a los rebeldes tan pronto como éstos le liberaron. En las confrontaciones políticas, que enseguida degeneraron en guerra civil, Nariño representó la opción centralista frente a los federalistas, mayoritarios en el Congreso de las “Provincias Unidas de Nueva Granada”.
Tras una campaña propagandística contra Jorge Tadeo Lozano, Nariño consiguió hacerse con la presidencia del Estado de Cundinamarca, la actual Colombia, autónomo desde 1811; en 1812 fue derrotado, pero al año siguiente recuperó el control de Cundinamarca y la proclamó independiente. No obstante, dejó la presidencia para ponerse al mando del ejército que intentaba hacer frente al avance español desde el sur; fue derrotado por los realistas en 1814 y le enviaron de nuevo preso a Cádiz.
Permaneció en prisión hasta 1820, año en que el pronunciamiento liberal del general Rafael del Riego le devolvió la libertad. Volvió a América, donde Simón Bolívar le nombró vicepresidente de la recién creada república de la “Gran Colombia”, que agrupaba los actuales Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá; pero renunció después de que sus propuestas políticas fueran desestimadas por el Congreso de Cucutá.
Últimos años

En agosto de 1823, Nariño cayó enfermo y se vio en la necesidad de solicitar una licencia para trasladarse a un mejor clima tras la clausura de las sesiones ordinarias del congreso el 6 de agosto. Eligió la población de Villa de Leyva donde mejoró su salud durante algunos meses, sin embargo a principios de diciembre fue víctima de la tuberculosis y la bronconeumonía que lo llevaron a la muerte el 13 de diciembre del mismo año.
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Conclusión
En su vida, Antonio Nariño tuvo que superar muchos obstáculos y pasar por muchos sufrimientos para alcanzar las metas que él mismo se había impuesto. Prueba de que Nariño fue un gran hombre, perseverante y de voluntad fuerte, que no permitió que dichos obstáculos lo detuviesen y fue protagonista de muchas de las batallas, las independencias y las victorias que han formado la historia de América Latina.