
En este articulo hablaremos de la biografia de Adolf Hitler ya que este nombre es uno que ha resonado en la historia desde hace mucho. No de la mejor manera para muchos, pero ha sido una figura que ha participado activamente, más que eso, ha sido el causante directo de grandes reformas sufridas en el mundo desde su presencia y en este artículo describiremos las mismas, junto con los pasos del propio Hitler hasta convertirse en una de las figuras políticas de mayor notoriedad de toda la historia mundial.
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La historia de Adolf Hitler durante sus primeros años
Adolf Hitler nació el 20 de abril de 1889 en Braunau am Inn, Austri-Hungría, no muy lejos de la frontera alemana, en el seno de una familia de clase media. Fue el tercer hijo del matrimonio entre el agente de aduanas, Alois Hitler, y su tercera esposa, Klara Pölzl, quiénes eran primos entre sí. En realidad, el matrimonio tuvo cinco hijos en total, pero de los mismos sólo Adolf y su hermana Paula sobrevivieron hasta la edad adulta.
Durante su infancia, la familia Hitler pasó por frecuentes mudanzas, pasando de Braunau am Inn a Passau, Lambach, Leonding y Linz, cambiando así las escuelas a las que el joven asistía y en las que se desenvolvió como un buen estudiante mientras duró su educación primaria. Sin embargo, todo esto acabó apenas llegó a su primer año de escuela secundaria en la Realschule de Linz, cuando fue suspendido y tuvo que repetir el curso debido a que no tenía deseos de trabajar o estudiar. Por otro lado y pese a su falta de interés por el aprendizaje, quedó cautivado por las lecturas pangermánicas del profesor Leopold Poetsch, cuyas ideas influyeron grandemente en la mente del estudiante.
En lo respecto a su vida familiar, la infancia de Hitler parece haber sido particularmente problemática debido a que, según él mismo afirmó, su padre era conocido en la familia por su mal genio y malos tratos, entre los que incluía azotar a su joven hijo casi diariamente desde muy temprana edad. De hecho, la relación de Hitler con su padre era tan distante que él mismo afirma que su despreocupación por el aprendizaje fue un claro intento de rebelión contra su padre, que quería que su hijo se convirtiese en funcionario como él mismo cuando, en cambio, el sueño de Hitler era ser pintor.
Años más tarde, en 1904, a causa de su pobre expediente académico, Hitler debió abandonar la escuela de Linz y se trasladó a la de Steyr. Un año más tarde, su madre mudó a la familia a un cómodo piso en Urfahr, un suburbio del mismo Linz, donde Hitler vivió una vida bastante perezosa se le ocurrió utilizar el pretexto de una fingida enfermedad para convencer a su madre, Klara, de que no podía seguir en la escuela. Sus dotes actorales salieron a relucir entonces y la estrategia funcionó, así pues abandonó los estudios a los dieciséis años, cuando se convenció de que su destino era la pintura. Sin embargo, durante los siguientes tres años Hitler no hizo ningún esfuerzo por seguir su vocación artística y se dedicó a pasar los días leyendo obras de historia y mitología alemana. Ya para esta edad, Hitler era un entusiasta nacionalista pangermano, y odiaba con gran pasión los Habsburgo y la diversidad étnica del Imperio austrohúngaro.
Al cumplir diecisiete años, viajó a Viena por primera vez y durante su estadía visitó la Academia de Bellas Artes, donde consultó los requisitos para ser admitido con el fin de cumplir su sueño de dedicarse a la pintura. En octubre de 1907 presentó la prueba de admisión; sin embargo, no logró ser admitido al no poseer el talento necesario. Al año siguiente lo intentó de nuevo, esta vez con resultados aún peores.
A pesar de su fracaso en la Academia, Hitler decidió quedarse en Viena, aunque también continuó viviendo en Linz con su madre por unos meses, mientras ésta agonizaba a causa del cáncer de mama. Klara murió el 21 de Diciembre de 1907 y fue entonces cuando Hitler volvió a Viena una vez más, donde inicialmente se ganó la vida gracias a diversos trabajos de servicio como barrer la nieva, cargar maletas en la estación de trenes y ser un obrero de construcción. Tristemente para él, sufrió gran cantidad de problemas económicos durante este período y un año después de haber llegado a Viena, fue desalojado de su apartamento y se vio forzado a vivir en un humilde hostal, recurriendo a comedores de indigentes para conseguir comida. Se mantenía exclusivamente pintando cuadros.

De acuerdo al propio Hitler, su antisemitismo se formó durante esta época y en esta ciudad; aunque sus más allegados lo contradijeron, afirmando que Hitler era ya un profundo antisemita en Linz. Por otro lado, sus ideas políticas y raciales sí fueron formadas (o por lo menos moldeadas) en esta ciudad, por la que él se mostraba “asqueado” por su diversidad cultural.
Posteriormente, el 24 de Mayo de 1913, acompañado de su compañero de albergue Rudolf Häusler, se trasladó a Múnich. Después debió de esperar cumplir los veinticuatro años para poder cobrar la herencia paterna y, aunque afirmaba que su repentina mudanza era con el fin de ingresar en la Academia de Arte de Múnich, probablemente estaba más motivado por evitar el servicio militar, del que había estado huyendo desde hacía 5 años. Aparentemente, no deseaba servir junto con eslavos y judíos. Sin embargo, se vio ferozmente atraído por la prosperidad y fortaleza que mostraba el Imperio alemán, a diferencia del decadente Imperio austrohúngaro del que provenía.
La vida de Adolf Hitler en sus Inicios militares
Pese a su evasiva huida, las autoridades austríacas consiguieron localizarlo y el 18 de Enero de 1914 un agente de policía le entregó una citación judicial en la que se exigía su regreso, debido a que abandonar Austria con el motivo de evadir el servicio militar se consideraba deserción, crimen que era pagado con la cárcel. Hitler entonces viajó a Salzburgo, donde fue examinado pero fue declarado no apto para prestar servicio militar.
El 28 de Julio de ese mismo año estalló la Primera Guerra Mundial y apenas una semana después, se presentó como voluntario en el Ejército alemán, donde fue asignado a un regimiento bávaro. Después de poco más de dos meses de entrenamiento, fue enviado al frente occidental; y sirvió en Francia y Bélgica como mensajero de Primera Compañía del 16o Regimiento de Infantería Bávaro de Reserva. Participó también en la primera batalla de Ypres, donde su unidad fue aniquilada en apenas cuatro días.
Dos años después, en Octubre de 1916, Hitler fue herido en la pierna mientras servía en el norte de Francia y regresó al frente en Marzo del siguiente año, ahora ascendido al rango de cabo. Este sería su último y más alto ascenso, dado que fue considerado que no poseía dotes de mando. Pese a esto, fue condecorado dos veces con la Cruz de Hierro, de 2da y 1ra clase, honor que era raras veces otorgado a soldados de tan bajo nivel. Aunque los registros militares no especifican la razón de la condecoración, se cree que el motivo por el que ganó su segunda Cruz de Hierro fue por haber capturado sin ayuda a quince soldados enemigos.
El 13 de Octubre de 1918, poco antes del final de la guerra, Hitler quedó atrapado en un ataque de gas venenoso británico, cerca de Ypres. Fue trasladado a un hospital de campaña, donde quedó temporalmente ciego a causa de los gases tóxicos.
Durante toda esta experiencia y tras haber recuperado su visión, despertó en él el nuevo propósito y según él mismo “el objetivo de su vida” lograr la salvación de Alemania. Pero, mientras tanto, fue tratado por un médico militar y un especialista en psiquiatría que, según se informa, lo diagnosticaron como “incompetente para comandar gente”, “histérico” y “peligrosamente psicótico”.
Tras estos eventos ocurrió la derrota alemana en Noviembre del 1918, que lo impactó sobremanera y, al igual que muchos otros nacionalistas alemanes, culpó a los socialdemócratas por el armisticio.
Al finalizar la guerra, viéndose a sí mismo sin dinero, amigos, familiares influyentes, estudios universitarios o experiencia política de cualquier clase; Hitler decidió permanecer en el Ejército, ahora con renovadas ideologías. Salió del hospital de Pasewalk el 19 de Noviembre y el día llegó a Múnich para reintegrarse en su batallón, pero se le resultó complicado por estar en pleno período de desmovilización. Surgieron entonces consejos de obreros y soldados al estilo soviético y se encontró a su regreso que su unidad estaba bajo el control de uno de ellos por lo que solicitó ser transferido a otro destino y fue enviado al campo de prisioneros de guerra de Traunstein, cerca de la frontera austriaca, donde permaneció hasta finales de Enero o principios de Febrero del siguiente año.
Inicios en la política y nacimiento del nazismo
Después de que el gobierno soviético de Baviera fuera derrocado por el Ejército alemán y grupos paramilitares conservadores, a Hitler se le encargó la misión que le dio la oportunidad de implicarse en la política por primera vez. Su labor consistía en investigar a los miembros de su unidad que habían colaborado con el gobierno soviético y su trabajo fue apreciado por sus superiores, quienes lo emplearon a tiempo completo asignándolo al Departamento político de asuntos de prensa del Ejército, a nivel de distrito. De esta manera, Hitler se convirtió en un espía militar, investigando a la gran cantidad de grupos socialistas que estaban naciendo en toda Alemania. También participó como oficial educador en el “pensamiento nacional”, cursos organizados por el Departamento de Educación y Propaganda del grupo bávaro de la Reichswehr, en los que su principal tarea era eliminar “ideas peligrosas”, como la democracia, el socialismo y el pacifismo.
A finales de Mayo o principios de Junio de 1919, Hitler ya aparece listado como espía del Comando de Inteligencia del Ejército y el 12 de Septiembre asistió por primera vez a un mitin del DAP celebrado en la Sterneckerbräu que tuvo como orador principal a Gottfried Feder. Durante el debate final del mismo, uno de los presentes se enfrentó a Feder y comenzó a defender el separatismo bávaro y en medio de toda la discusión, Hitler contestó a los argumentos con un discurso de una intensidad tal que llamó la atención de Anton Drexler, quien le regaló un ejemplar de su obra Mi despertar político y le animó a unirse al partido. Desde ese momento, la figura de Hitler fue cobrando más y más protagonismo, participando a tiempo completo en las actividades del partido, mientras perfeccionaba y otorgaba nitidez a su nueva ideología.

Al año siguiente, el 1 de abril de 1920, Hitler abandonó el Ejército. Poco después organizó escuadrones de veteranos de guerra, para que mantuvieran el orden en las reuniones del partido, y expulsasen a los que no estuviesen de acuerdo con los oradores. El 5 de Octubre del siguiente año, estos escuadrones fueron organizados bajo el nombre de Sturmabteilung (SA, abreviado), también conocidos como las “camisas pardas” debido al color de sus uniformes. Muy poco tiempo pasó antes de que las SA dejaran de limitarse a su rol de mantener el orden y empezaron a atacar directamente a los grupos políticos opositores y a los judíos, convirtiéndose estos ataques en su actividad y función principal.
Fue por esta misma época que Hitler tomó como emblemas la Hakenkreuz (la cruz gamada) y el saludo del fascismo italiano del brazo en alto.
Ya a principios de 1921, Hitler era considerado un gran orador, ofreciendo discursos y hablando frente a multitudes cada vez más grandes. Fueron los mismos los que le otorgaron notoriedad fuera del partido y en ellos atacó verbal y prominentemente el Tratado de Versalles y a sus grupos rivales, sobre todo marxistas y judíos. Para el verano de 1921, se había convertido en el líder del partido; además de ser el principal orador y propagandista, también era la principal fuente de ingresos del movimiento.
No obstante, los fundadores lo resentían en gran medida debido a su comportamiento dictatorial, y hubo un momento en el que, aprovechando su viaje al norte de Alemania, planificaron la fusión de su partido con otros grupos políticos para reducir la importancia de Hitler y provocar que se cuestionase su liderazgo. Pese a todo, Hitler se enteró de estos planes con tiempo de anticipació y regresó a Múnich solicitando poderes dictatoriales en el partido, amenazando con renunciar si sus exigencias no se cumplían. Drexler, entonces, respondió a tal chantaje publicando una carta en el periódico denunciando los abusos autoritarios de Hitler, pero éste contraatacó presentando una demanda legal en su contra, y Drexler se vio forzado a retractarse. Una vez derrotado por su enemigo interno, Drexler fue retirado de su cargo de presidente y fue el mismo Hitler quien lo sucedió, convirtiéndose así en el absoluto e indiscutible líder del Partido Nazi.
Adolf Hitler nazismo
Fue también por estos años que Hitler conoció a Rudolf Hess, Hermann Göring, Ernst Hanfstaengl y Alfred Rosenberg, quienes lo introdujeron a círculos sociales más altos, en los que pudo obtener generosas donaciones para su naciente partido. A finales de 1922, contaba ya con una pequeña y creciente banda de seguidores fanáticos, inspirada por la marcha sobre Roma de Mussolini, quien veía en el propio Hitler un líder nacional audaz y heroico.
En Enero del siguiente año, luego de que el gobierno alemán se retrasase en el pago de las reparaciones de guerra a Francia, esta nación procedió a ocupar la región industrial del Ruhr, devastando la economía alemana por completo. Hitler aprovechó este período de inestabilidad, tanto económica como política, como oportunidad para realizar su propia versión de la marcha sobre Roma.
Sin embargo, el estado bávaro no estaba dispuesto a aceptar la autoridad central del entonces General von Seeckt, por lo que el gobierno regional proclamó su propio estado de emergencia y colocó a Gustav von Kahr al mando de Baviera. Ante estas medidas, el gobierno nacional reaccionó exigiendo el arresto de varios líderes nacionalistas y reclamó la supresión del principal periódico nazi, el Völkischer Beobachter. Fue entonces cuando Hitler se dio cuenta de que la situación regional no podía sino empeorar para él ya que había grandes probabilidades de que el gobierno de Stresemann lograse estabilizar la situación. Decidió entonces ejecutar un elaborado y arriesgado plan: iba a secuestrar a Kahr, al comandante del Ejército en Baviera y al jefe de la policía regional para que, una vez a su merced, convencerlos de que se uniesen a su bando para que juntos marchasen hacia Berlín para derrocar a Stresemann. Y para ganarse el apoyo del Ejército, Hitler decidió usar al anciano general Erich Ludendorff, quien había sido atraído al movimiento nazi poco tiempo atrás, como figura respetada en su golpe de estado.
Fue así como, la noche del 8 de Noviembre de 1923, Hitler y sus “camisas pardas” irrumpieron en una reunión pública liderada por Kahr en una cervecería a las afueras de Múnich. Hitler en person proclamó una revolución y anunció sus intenciones de formar un nuevo gobierno, junto a Ludendorff quien, en realidad, no estaba enterado del golpe. Antes de iniciar su “Marcha sobre Berlín”, Hitler reclamó la ayuda de Kahr y de las fuerzas militares locales. Kahr, en realidad, fingió ayudar a Hitler, pero gracias a la ingenuidad de Ludendorff, escapó en cuanto tuvo la oportunidad y retomó el control regional.
Una vez que Kahr escapó, Hitler se escondió en la casa de Ernst Hanfstaengl, donde redactó su primer testamento político en el que designaba como su sucesor al frente del NSDAP a Alfred Rosenberg y nombraba vicepresidente a Max Amann.
Posteriormente, fue arrestado la noche del 11 de Noviembre, siendo acusado de alta traición. Su juicio atrajo atención internacional y recibió tiempo casi ilimitado para hablar durante el mismo, lo que hizo que su popularidad creciera debido a su poderoso y convincente discurso nacionalista.
El 1 de abril del año siguiente, fue sentenciado a 5 años de prisión en la fortaleza de Landsberg, pero recibió un trato privilegiado de parte de los guardias y disfrutó de muchos beneficios, como el poder recibir cartas y visitas de sus admiradores. Las indulgencias para con él no terminaron ahí, acabó por ser absuelto y liberado el 20 de Diciembre de ese mismo año. En total, solo cumplió nueve meses de su condena original.
Una vez liberado, Hitler aseguró que su estadía en prisión le permitió organizar sus ideas, que dictó a diversos secretarios para redactar la obra titulada “Mi lucha”, que era una autobiografía y, además, una exposición de la ideología nacionalsocialista.
A partir de su salida de la prisión, su movimiento revolucionario se encontraba en su punto más bajo. Para el momento, el Partido Nazi y sus órganos mediáticos habían sido prohibidos; y, por si fuera poco, a Hitler se le prohibió hablar en público y el gobierno regional estaba recomendando que fuese extraditado a Austria. Durante su ausencia, Gregor Strasser y Ludendorff lideraron el movimiento nazi, y se fueron distanciando de su, antes, adorado líder.
Aunque muchos pensaron que estaba acabado después de estos acontecimientos, Hitler difería enormemente y aseguró que la República era la que debía temer. A los pocos días de salir de prisión solicitó una entrevista con Heinrich Held, el primer ministro de Bavaria, y luego de realizar sinfín de promesas de buena conducta, consiguió convencerle de que había cambiado sus malas actitudes y que legalizase el Partido Nazi de nuevo.
Habiendo analizado bien su fracaso de derrocar a la República mediante un golpe de Estado, Hitler decidió ir por una estrategia diferente: la legalización. Esto significaba adherirse a las normas de la Constitución de Weimar para poder ascender al poder legalmente, de esta manera se apoyaría en la democracia para acceder al poder y una vez cumplido su objetivo, la destruiría.
El 27 de Febrero de 1925, Hitler realizó su primer discurso desde su arresto en 1923, en el que empezó a calificar al Estado, a los judíos y a los marxistas de ser “el enemigo”, y los amenazó de muerte. Inmediatamente, el estado bávaro le prohibió pronunciar discursos durante los próximos dos años. Desde entonces, la mayor parte de su tiempo lo pasó en Obersalzberg, donde continuó escribiendo Mi lucha. Meses después, el 7 de abril, renunció a su ciudadanía austríaca, temiendo ser deportado, pero a partir de ese momento se convirtió en un hombre sin nacionalidad, ya que el gobierno bávaro se negaba rotundamente a concederle la alemana.

Hitler empezó entonces a trabajar como propagandista y organizador, viéndose incapaz de utilizar sus dotes de oratoria, pero también fue durante estos años que organizó el Partido nazi a nivel nacional, y empezó a crear agrupaciones dentro del mismo. Pronto creó las Juventudes Hitlerianas y la Liga de Muchachas Alemanas, y se establecieron organizaciones en Austria, Checoslovaquia, el Sarre y la Ciudad Libre de Danzig; además de establecerse las SS como una subdivisión de las SA. Fue así como se colocó el título de “Supremo Líder del Partido y de las SA, Presidente de la Organización Nacionalsocialista Alemana de los Trabajadores” y creó el “Directorado del Reich”, compuesto por los principales jerarcas nazis. Todo con el objetivo de crear “un Estado dentro del Estado” para que, una vez que los nazis llegasen al poder, Hitler pudiese destruir la estructura republicana en poco tiempo para reemplazarla con la estructura de su Partido. Decidido a esto, Hitler llamó a Gregor Strasser y le propuso la organización del movimiento en el norte de Alemania.
Estos intentos rindieron frutos, y Strasser aceptó encantado la proposición pero su personalidad independiente y su firme creencia en el elemento socialista del programa nacionalsocialista le ganaron la enemistad del propio Hitler. No hubo sentimientos heridos, ya que la animosidad era mutua. En poco tiempo, Strasser se convirtió en la amenaza más seria al liderazgo del líder Nazi.
Tiempo después estalló la Gran Depresión, durante la cual Hitler dio un discurso revolucionario, en el cual el elemento clave fue su capacidad de revivir el sentimiento de orgullo nacional, debilitado en la Primera Guerra Mundial y en el Tratado de Versalles. Prometió repudiar al Tratado de Versalles, suspender los pagos de indemnización, generar empleo, combatir la corrupción y controlar a los ricos. Además, sutilmente, los nazis empezaron también a asociar a los judíos con los comunistas y los empresarios corruptos, reviviendo los antiguos sentimientos antisemitas.
Posterior a esto tuvieron lugar las elecciones parlamentarias de 1930, que convertirían al Partido Nazi en la segunda fuerza política de Alemania y al Partido Comunista en la tercera. Esta victoria electoral atrajo la atención de los hombres de negocios alemanes, pero la gran mayoría de las empresas se negaban de rotundo a apoyar al futuro dictador.
A finales de 1931 se reunió con el canciller Brüning y el presidente Hindenburg, pero ambos fueron incapaces de conseguir un acuerdo político con él, hasta el punto en que Hindenburg cuestionó su aptitud para convertirse en canciller. Un año después, Brüning se reunió de nuevo con Hitler e intentó persuadirlo de que aprobase la postergación de las elecciones presidenciales de 1932. El ya anciano presidente Hindenburg no quería postularse a la reelección, y todo parecía indicar que Hitler se convertiría en presidente ante la falta de más candidatos. Si Hitler aceptaba la postergación de las elecciones hasta la muerte natural de Hindenburg, el canciller Brüning luego solicitaría el restablecimiento de la monarquía alemana, aunque bajo un sistema de gobierno similar al británico. Hitler se dio cuenta de que esta medida no lo beneficiaría, y después de realizar una serie de demandas que fueron rechazadas de inmediato por Hindenburg, rehusó apoyar el plan de Brüning.
El 25 de febrero, Hitler finalmente decidió convertirse en ciudadano alemán, y presentó su candidatura en contra de Hindenburg. Pese a sus esfuerzos, Hindenburg ganó, por mucho, estas elecciones. Para colmarlo todo, fue en este año que el rencor entre Strasser y Hitler se acentuó de nuevo debido a que Strasser había continuado siendo un importante líder del Partido Nazi, y además era más aceptado por el Parlamento y el presidente que Hitler, ganándose la envidia del arrogante líder nazi.
Después de esta derrota, las “camisas pardas” fueron prohibidas y fue en este momento que el General Kurt von Schleicher, artífice del ascenso de Brüning, empezó a conspirar para provocar su caída. Schleicher contactó a Hitler, a quien le ofreció legalizar las SA de nuevo, con planes de anexarlas posteriormente al Ejército, además de ofrecerle la convocatoria de nuevas elecciones parlamentarias, a cambio de apoyar a un nuevo gobierno. Como antiguo amigo de Hindenburg, Schleicher logró convencerlo de forzar la renuncia de Brüning, y luego lo persuadió de que nombrase canciller a Franz von Papen. Fue así como en las nuevas elecciones parlamentarias de 1932, el Partido Nazi se convirtió en la primera fuerza política del Parlamento, pero no alcanzó la mayoría necesaria para gobernar.
Para complicar las cosas, durante este tiempo la corriente de Strasser en el Partido Nazi se fortaleció, y la dirección política de Hitler empezó a ser criticada públicamente por este, además Schleicher había puesto en marcha un plan para dividir a los nazis, ofreciendo la Vicecancillería a Strasser. Éste no había aceptado hasta ese momento, pero sí tuvo una calurosa discusión con Hitler, después de la cual renunció a todos sus cargos y envió su versión de la historia a los periódicos, amenazando acabar con el Partido. Esta era la amenaza más grave contra el movimiento nazi desde 1925, y provocó que Hitler amenazase con suicidarse.
Strasser tenía control sobre una parte importante de la estructura nazi, pero en el momento crítico decidió viajar de vacaciones a Italia y Hitler se aprovechó de su ausencia para destituir a todos sus seguidores de los cargos de importancia en el partido, y en su lugar nombró a partidarios fieles a él y sólo a él. Luego, convocó a todos los líderes nazis a Berlín, donde les tomó un juramento de fidelidad personal. Cuatro días después de la partida de Strasser, Hitler había tomado finalmente el control de toda la estructura política del partido.
Finalmente, el 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado canciller de Alemania por el presidente Hindenburg.
Vida Política
Con su llegada al poder, Hitler estaba lejos de encontrarse en una situación segura, tenía que lidiar con el presidente Hindenburg y su camarilla, quien a su vez era respaldado por el Ejército y por su propio gabinete de ministros, controlado por los conservadores e industriales, donde los nazis eran minoría. Con solo el 34% del Parlamento bajo su control, todavía tenía que recurrir a Hindenburg, para lograr aprobar sus leyes y el vicecanciller Franz von Papen estaba seguro de que en poco tiempo, Hitler estaría perdido.

Consciente de su situación, Hitler ocultó inicialmente sus planes revolucionarios, pero de inmediato empezó a trabajar para adquirir más poder. Después de sabotear las conversaciones con el Partido del Centro, Hitler informó a su gabinete que eran necesarias nuevas elecciones, en las que se encargó de colocar trabas a los partidos opositores a través de restricciones a los mítines políticos y a la prensa.
El 27 de febrero de 1933, una semana antes de las elecciones el edificio del Reichstag fue incendiado. Después de que la policía atrapara a un comunista neerlandés en la escena del crimen, Göring empezó a acusar a los comunistas de querer ejecutar un golpe de Estado, y la prensa nazi pronto copió su discurso. Al día siguiente, Hitler no perdió tiempo en presentar un decreto de emergencia de seis artículos, redactados por Göring, donde solicitaba la suspensión de varios artículos de la Constitución de Weimar con el objetivo de “proteger los documentos culturales alemanes”. En realidad, el llamado Decreto del incendio del Reichstag acababa con todos los derechos que suelen defender las naciones democráticas: la libertad de expresión; el respeto a la propiedad privada; la libertad de prensa; la inviolabilidad del domicilio, de la correspondencia y de las conversaciones telefónicas; así como la libertad de reunión y de asociación. Además, permitía al gobierno nacional intervenir cualquier gobierno regional que considerase incapaz de mantener el orden en su estado.
Con estos nuevos poderes, la persecución nazi se intensificó, los dirigentes comunistas fueron arrestados y enviados a campos de concentración. Unido a todo esto, el Estado utilizó los medios para iniciar una campaña de alerta contra el “terror comunista”, tratando de convencer a los alemanes de que, a menos que no votasen por los nazis, el país entraría en una guerra civil.
El 5 de marzo del mismo año se celebraron las últimas elecciones democráticas bajo el gobierno de Hitler. Desgraciadamente para él, a pesar de su intensa campaña electoral y de la persecución contra sus opositores, la mayoría parlamentaria seguía eludiendo a los nazis. Por el otro lado, ahora Hitler contaba con suficientes diputados como para cambiar la Constitución y adquirir más poder.
Días después, el 23 de marzo, el Parlamento Alemán aprobó la Ley para Aliviar las Penurias del Pueblo y del Reich, mejor conocida como la ley habilitante de 1933, con la que Hitler tomaba todos los poderes del Poder Legislativo, y ganaba la capacidad de decretar leyes que “podían desviarse de la Constitución”. Tras esto, Hitler prometió usar sus poderes sólo en casos esenciales, y se comprometió con todas las clases; además, pregonó por la búsqueda de la paz con Occidente e incluso con la Unión Soviética. Sin embargo, al finalizar su exposición, dejó claro que si no obtenía estos poderes legalmente del Parlamento, su gobierno los obtendría a través de otros métodos más violentos.
Alemania entró entonces en un proceso conocido como Gleichschaltung (coordinación), donde el Estado y la sociedad empezaron a ser asimiladas por el Partido Nazi y sus organizaciones. En su deseo de unificar a Alemania bajo un totalitario gobierno central, Hitler primero dirigió la ley habilitante contra el federalismo alemán y el 31 de marzo, con la ayuda de Wilhelm Frick, promulgó entonces una ley que disolvía todas las dietas regionales, y ordenaba su reconstitución bajo los resultados de las últimas elecciones nacionales. Una semana después, apuntó gobernadores para cada estado, y les concedió la facultad de disolver las dietas y destituir a los jueces.
El 2 de mayo, todos los sindicatos fueron disueltos y “coordinados” forzosamente en un sindicato único, el Frente Alemán del Trabajo, y sus líderes fueron colocados bajo “custodia protectora”, un eufemismo que implicaba la internación en un campo de concentración; ni siquiera aquellos que habían estado colaborando con el régimen nazi se salvaron. Desde entonces, los representantes sindicales fueron electos directamente por Hitler, y como los contratos firmados por estos eran legalmente vinculantes, las huelgas quedaron prohibidas.
En este punto, los partidos políticos de oposición se encontraban tan indefensos e impotentes que se empezaron a doblegar ante la mínima presión del gobierno nacional; el 10 de mayo, se confiscaron todas las propiedades del Partido Socialdemócrata, y se cerraron sus periódicos. Los líderes socialdemócratas terminaron acompañando a sus homólogos comunistas en los campos de concentración. Ni siquiera los aliados derechistas de Hitler pudieron evitar ser “coordinados”.
Con la oposición política neutralizada, Hitler propuso entonces a su gabinete ilegalizar todos los partidos excepto el Partido Nazi, ley que fue aprobada el 14 de julio, casi sin discusión dentro del gabinete.
Mientras Hitler se esforzaba por “coordinar” la sociedad alemana con el Partido, al mismo tiempo obraba para mantener al margen de la sociedad a los elementos raciales “inferiores”. El 1 de abril llamó al aislamiento de los negocios judíos, como respuesta a una “campaña mediática” que supuestamente Estados Unidos e Inglaterra habían iniciado en su contra. Una víctima de este período fue Albert Einstein, cuyos bienes y propiedades fueron embargados luego de que se descubriera y considerase como “arma comunista” un cuchillo de pan hallado en su nueva casa de veraneo. El 7 de abril promulgó leyes prohibiendo la presencia de judíos en la administración pública, y restringió su presencia en la abogacía y la medicina. Luego limitó el número de estudiantes judíos en las universidades, bajo el pretexto de prevenir la “aglomeración”.
En poco tiempo, logró afianzarse en el poder, ocupando los cargos de canciller y presidente de la República tras la muerte de Hindenburg. Eliminó a los oponentes de su propio partido y a colaboradores de dudosa fidelidad durante la llamada “Noche de los cuchillos largos”, iniciando el proceso de eliminación de diversos grupos raciales, políticos, sociales y religiosos que consideraba “enemigos de Alemania” y “razas impuras”, lo que le llevó a reasignar las directrices a los campos de concentración para la liquidación de comunistas, judíos, testigos de Jehová, gitanos, enfermos mentales y homosexuales, así como a un intenso rearme.
Habiendo obtenido el poder político que necesitaba, Hitler llegó a obtener el apoyo y convencer a la mayoría de los alemanes de que él era su salvador ante la economía derivada de la Gran Depresión, el comunismo, el “judeo-bolchevismo”, y el Tratado de Versalles, junto con otras minorías “indeseables”; y los nazis eliminaron la oposición a través de un proceso conocido como Gleichschaltung.
Hitler estuvo a cargo de una de las mayores expansiones de la producción industrial y la mejora civil como nunca se había visto en Alemania, en su mayoría sobre la base de la deuda de flotación y el refuerzo. La tasa de desempleo se redujo sustancialmente, en su mayoría a través de la producción de armas, construcciones de obras civiles y el envío de la mujer a casa, para que los hombres pudieran ocupar sus puestos de trabajo. En vista de esto, se llegó a afirmar que la economía alemana logró emplear a todos.
Hitler también estuvo a cargo de una de las más grandes campañas de mejora de la infraestructura en la historia alemana, con la construcción de decenas de represas, autopistas, ferrocarriles, y otras obras civiles.
Segunda Guerra Mundial
En 1936, Berlín fue sede de los Juegos Olímpicos de verano, que fueron inaugurados y dirigidos por Hitler como una forma de demostrar la superioridad aria alemana sobre todas las demás razas. Y dos años después, el 12 de Marzo de 1938, Hitler presionó a Austria para la unificación con Alemania e hizo una entrada triunfal en Viena dos días después. A ello le siguió la intensificación de la crisis de los Sudetes, en la zona de habla alemana de Checoslovaquia conocida como Sudetes; esto condujo al Acuerdo de Múnich de septiembre de 1938, que autorizó a la anexión y ocupación militar inmediata de estos distritos por parte de Alemania. Como resultado de la cumbre, la revista TIME proclamó a Hitler “Hombre del Año” de 1938.

En abril de 1940, ordena a las fuerzas alemanas a marchar sobre Dinamarca y Noruega. En mayo, Hitler ordena a sus fuerzas atacar Francia, la conquista de los Países Bajos, Luxemburgo y Bélgica. Francia se rindió el 22 de junio del mismo año y esta serie de victorias persuaden a su principal aliado, Benito Mussolini de Italia, para unirse a la guerra al lado de Hitler en mayo de 1940.
Sin embargo, un año después, el 22 de junio de 1941, aún sin doblegar a Inglaterra, tres millones de soldados alemanes atacaron la Unión Soviética, rompiendo el pacto de no agresión que Hitler había firmado con Stalin dos años antes. Esta invasión, llamada Operación Barbarroja, cuya duración se estimaba en unos pocos meses, decomisó grandes cantidades de territorio, incluidos los estados bálticos, Bielorrusia, y Ucrania. También rodearon y destruyeron muchas fuerzas soviéticas. Pero la invasión no había logrado el triunfo rápido que Hitler quería.
Hitler firmó la declaración de guerra contra los Estados Unidos el 11 de diciembre de 1941, ganándose así la enemistad del imperio más grande del mundo (el Imperio británico), el más grande del mundo industrial y financiero (los Estados Unidos), y el ejército más grande del mundo (la Unión Soviética). Y a finales de 1942, las fuerzas alemanas fueron derrotadas en la Segunda Batalla de El Alamein, frustrando los planes de Hitler para aprovechar el Canal de Suez y el Oriente Medio. En febrero de 1943, la titánica batalla de Stalingrado acabó con el cerco y la destrucción del 6º Ejército alemán.
Desde entonces, el plan militar de Hitler se volvió cada vez más errático, los rusos comenzaron a avanzar obligando a la retirada de fuerzas alemanas extenuadas y la situación económica interna en Alemania se deterioró, y a lo largo de 1943 y 1944, la Unión Soviética constantemente forzó a los ejércitos de Hitler a retroceder a lo largo del Frente Oriental.
En el Ejército alemán, los más realistas sabían que la derrota era inevitable, y algunos oficiales concibieron un plan para terminar con Hitler y poner fin a la guerra. En julio de 1944, uno de ellos, el ex oficial de observación de artillería del mariscal Erwin Rommel, Claus von Stauffenberg colocó una bomba en el cuartel general de Hitler en Rastenburg, la Wolfsschanze o Guarida del Lobo. Aunque no logró su objetivo, este fue uno de los atentados contra Hitler que estuvo más cerca de tener éxito.
Posterior a esto, la represión fue implacable y llevó a la detención de unas cinco mil personas, entre ellas las familias completas de los principales implicados. Los detenidos fueron torturados y sometidos a rápidos juicios espectáculo, celebrados a partir del 7 de agosto, que resultaron en la ejecución de unos doscientos de los acusados.
El atentado contra Hitler el 20 de julio de 1944 le dejó secuelas progresivas que lentamente fueron afectando su raciocinio, desenvolvimiento y dominio de la situación. También experimentó un deterioro de su salud, su mano izquierda temblaba y se cree que podría sufrir la enfermedad de Parkinson o sífilis.
Suicidio de Adolf Hitler en Berlín
No fue sino hasta las primeras horas del 29 de abril de 1945, poco después de la medianoche, que Hitler contrajo matrimonio con Eva Braun en la sala de mapas del búnker de la Cancillería. La ceremonia fue muy breve y a su final, la pareja se retiró a sus habitaciones, donde se organizó una fiesta que se prolongó varias horas, durante la cual la secretaria Traudl Junge mecanografió en la sala contigua los testamentos privado y político que el propio Hitler le había dictado desde las once y media.
En su testamento privado, del que nombra albacea a Martin Bormann, Hitler explica su decisión de casarse con Eva Braun, la voluntad de ambos de morir y ser incinerados para escapar a la vergüenza de la derrota, y lega sus posesiones al Partido, o al Estado si aquel dejara de existir.
El día 29 de abril Hitler comenzó a realizar los últimos preparativos para su suicidio.
Por la tarde del mismo día, antes de la sesión informativa diaria con sus generales, hizo matar a su perra, Blondi, envenenándola con ampollas de ácido prúsico. Al día siguiente comunicó a Martin Bormann la decisión definitiva de suicidarse y dio a su ayudante Otto Günsche instrucciones estrictas sobre la cremación de su cuerpo y el de su esposa. Después de comer su almuerzo, se retiró a sus habitaciones y regresó poco después acompañado de Eva Braun para una última ceremonia de despedida. Allí estaban presentes Martin Borman, Joseph Goebbels, Wilhelm Burgdorf, Hans Krebs, Otto Günsche, Walther Hewel, Peter Högl, Heinz Linge, Werner Naumann, Johann Rattenhuber y Erich Voss además de Magda Goebbels, Else Krüger y las otras tres mujeres asistentes a la comida. Hitler les dedicó solo unas pocas palabras y, tras estrechar las manos a todos, regresó a su estudio en el que se encerró por última vez en su despacho acompañado por su esposa Eva.
Más tarde ese mismo día, encontraron a Hitler y Eva Braun sentados en el sofá del despacho; ella recostada a su izquierda desprendiendo el olor a almendras amargas característico del ácido prúsico y con un revólver al lado, mientras que el personaje de Hitler tenía a sus pies la pistola Walther PPK de 7,65 mm con la que se había disparado un tiro en la sien derecha de la que seguía manando la sangre.
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Conclusion
Como te pudiste dar cuenta la biografia de Adolf Hitler nos dice que hizo a lo largo de toda su vida y politica y militar y la influencia que tuvo en el mundo, llengandose a convertir en la persona que mas ha tenido el poder y ha sido el responsable de muchas muertes desde antes que se originara la segunda guerra mundial.